O que vc pode achar aqui..

Neste Blog você encontra um pouco de cultura, um pouco de Matemática, Física, Notícias, Alertas, Lazer, Fotos.

LA ESTRELLA NUEVA - GALILEO GALILEI I





De Enrico Bellone

Introducción

   Ha sido Charles Darwin a sostener, muchos decenios atrás, algunas tesis sobre la cultura del hombre y de los animales. Darwin pensaba que nuestras cualidades superiores evolucionan en modo gradual y que no existen discontinuidades radicales entre las facultades intelectuales y emotivas de los seres humanos y de otros organismos vivientes. Además, sostenía que, en los animales, el desarrolllo de mundos conceptuales estuviese relacionado con la estructura del cerebro y del lenguaje. A propósito de éste último, él subrayaba que la capacidad de aprender una lengua y hacer uso de ésta para transmitir informaciones no pertenece solo al hombre: los cantos y sonidos de llamadas emitidos por los pájaros eran, en verdad, los frutos de un aprendizaje verdadero y propio. Era necesario entonces recordar que los lenguajes no eran estables: evolucionaban por grados, inconcientemente e interactuando con el cerebro. Además, en el proceso evolutivo, la supervivencia de las palabras o estructuras linguísticas más "afortunadas" que otras era una manifestación de la selección natural. El lenguaje no solo es un arte de aprender, en el mismo sentido en que se aprende a fabricar cerveza o a cocer el pan, ningún niño nace con la tendencia instintiva a fabrica cerveza, pero todos los niños nacen con el instinto de hablar.

   Era por tanto observable, escribía Darwin, un sorprendente paralelelismo entre formación de los lenguajes y la formación de la especie, y habían pruebas de graduales evoluciones de los primeros y de la segunda. Han pasado ya desde ese entonces muchos decenios y el desarrollo de los conocimientos ha proveido crecientes confirmaciones del punto de vista darwiniano. Se admite hoy, por ejemplo, que "la escritura es un mecanismo artificial que conectó la visión al lenguaje" y que el lenguaje es "una parte en sí del bagaje biológico de nuestro cerebro": es decir, "el hombre sabe hablar mas o menos en el mismo modo en el cual la araña sabe tejer su tela". Dadas las funciones desarrolladas por el lenguaje, parece del todo legítimo sostener que  “el objetivo último de poseer un cuadro conceptual, para los seres humanos como para los animales, es, en fin de cuentas, aquello de producir y conducir un comportamiento bien regulado y armonizado”. Tantos años atrás, Donald Campbell ha puesto las bases para una nueva concepción de la teoría del conocimiento, poniendo en evidencia como – siendo la condición humana un resultado de un resultado de la evolcuióm biológica – la misma evolución sea de hecho un fenómeno cognocitivo: el crecimiento de los saberes, el pensamiento y la memoria son entendibles en el ámbito de la selección natural. Consideraciones de este tipo hacen que la expresión “evolución de la cultura” se cargue de notables consecuencias. El término “evolución se refiere a procesos naturales del cual son conocidas varias características. Dos de éstas son particularmente interesantes. En primer lugar, los procesos evolutivos no son gobernados por un proyecto preconstituido; en segundo lugar, ellos no se desarrollan en modo de lograr objetivos prefijados y no poseen una dirección intrinseca.

   La ausencia de un proyecto es obviamente fuente de inquietud para quien cultiva el prejuicio que según el cual el Homo sapiens goza de especialísimos privilegios. Pero las inquietudes no son argumentos, y en las páginas que siguen es aceptada el siguiente axioma: “quitado el asunto cardinal según el cual los seres humanos trascienden (van más allá) del orden natural, todo cambia”.

   La ausencia de objetivos prefijados y de direcciones intrínsecas merece comentarios más detallados. En via preliminar es justo subrayar la persistencia, habitual, de creencias no claras sobre el rol del azar en la formación de aquellas formas mutantes que se realizan en los procesos evolutivos. Para debilitar el peso de tales creencias puede ser útil referir el punto de vista expresado por Edoardo Boncinelli:
      El uso del término “azar” no significa que no podríamos, queriendo, analizar los mecanismos que llevan a la aparición de nuevos mutantes. Significa solamente que la aparición de estos mutantes no está en algún modo correlacionada a las exigencias de los individuos de la especie en cuestión, ni a algo que haya sucedido precedentemente, ni a la dirección que tomarán sucesivamente los eventos. No se trata por tanto de una casualidad incondicionada, sino de una casualidad especificamente referida a una hipotética direccionalidad de los eventos evolutivos. Más que casualidad se debería hablar de no direccionalidad así como de no intencionalidad.

   Dicho esto, examinemos a título de ejemplo un grupo restringido, pero significativo, de situaciones que se manifiestan en organismos vivientes entre ellos, manifestaciones como nunca diferentes, y que son sin embargo referibles a mundos conceptuales gobernados por reglas invariantes y depositadas sobre su plataforma celular.

   En un diálogo imaginario entre Klubai Khan (fue el quinto y último gran kan (1260-1294) del imperio mongol y primer emperador chino de la dinastía Yuan (1271-1294)) y Marco Polo aparece, gracias a la escritura de Italo Calvino (escritor nacido en Cuba de padres italianos) un intercambio interesante de preguntas. Los dos personajes estan en un jardín y conversan entre ellos. El viajador Marco Polo narra de ciudades y lugares que son parte del imperio pero que no son nunca visitados por Klubai Khan y el emperador dice: “no sé quando has tenido el tiempo para visitar todos estos pueblos que me describes. A mi me parece que tu no te has nunca movido de este jardín”. La respuesta de Marco Polo fué: “derrepente este jardín existe solo en la sombra de nuestros párpados bajados”. Un diálogo escaso, pero instructivo. Hay ciertamente un fajo de relaciones entre la descripción de una cosa y la cosa descrita. Pero nuestro acceso a la cosa se realiza por medio de un cerebro y de organos de sentido, los cuales filtran e interpretan a su modo los estímulos externos que dependen de aquella cosa y del ambiente en el cual ella esta puesta. Los códigos que permiten filtrar e interpretar los estímulos actuan justo “en la sombra de nuestros párpados bajados”. Las operaciones fundamentales, en el cerebro y en los organos del sentido, no dependen del hecho de que sabemos o no sabemos que ellos estan en acción y que estan comprometidos millones de eventos a nivel celular.

   Para ver una rosa y proveer una descripción no es necesario conocer lo que sucede en nuestro cerebro en el breve intervalo de tiempo comprendido entre la llegada de fotones sobre la retina y nuestra emisión vocal que dice: “la rosa es rosada”. Esta situación no atañe solo a nosotros. Tomemos en consideración un caracol de mar llamada Buccinum undatum. Posee una suerte de apéndice cavo, bastante alargada y mas o menos cilíndrica, orientable dentro de ciertos límites en tal o cual dirección. El apéndice móvil es capaz de aspirar mínimas cantidades de agua presentes en su ambiente externo y de rociarla sobre un pequeño órgano colocado en el interior del cuerpo del caracol proveido de celulas muy especializadas, que trabajan como un minúsculo laboratorio de química: evaluan la presencia de sustancias disueltas en el fluido absorvido y pasan a otras celulas los datos recogidos. La evolución ha proveido al caracol un sensor fino y un aparato precioso para la supervivencia. Nuestro Buccinum usa el apendice cavo para explorar el mundo circunstante y para comportarse sobre la base de las informaciones obtenidas en base a una porción de la estructura química del espacio que lo rodea. Imaginemos ahora que estamos observando el comportamiento de un ejemplar de Buccinum undatum y que tenemos que dar una descripción cuidadosa. Diremos por ejemplo, que el caracol ha empleado algunos segundos para desplazarse pocos centímetros a lo largo de una especificada dirección, ha llegado a una posición precisa y se ha detenido por un determinado periodo de tiempo. Agregaremos que este modo de actuar ha sido motivado por la intención de coger, a fines nutritivos, una sustancia individuada gracias a los movimientos del apéndice y a las operaciones del sensor. Reflexionemos ahora no sobre el caracol, sino de nuestra descripción. Hemos representado las acciones del Buccinum expresandonos como un comportamiento que se realiza en el espacio y en el tiempo y que el fin es el logro de un objetivo. Sin embargo, parece justo que no tenga sentido atribuir a nuestro caracol la capacidad intelectual de elaborar un mapa espacio temporal de su habitat y de hacer después uso de esto para actuar con la intención de centrar un blanco bien definido. Nuestra descripción efectivamente presume que los ejemplares de Buccinum undatum tengan un mundo conceptual, comportamientos intencionales y objetivos que lograr.

   La eliminación del mundo conceptual del Buccinum undatum parece propiciar no solo la anulación de los problemas que podrían presentarse en nuestras descripciones de los modos de actuar de los animales. Ella debería también resolver, a priori, aquellos problemas que surgirían en caso de que dedicásimos la atención al estudio de lo que ocurre en el mundo vegetal cuando está por llegar el invierno. Un asombroso comportamiento de los vegetales precede a la llegada de bajas temperaturas. Estos organismos, practicamente, se preparan en anticipación respecto al cambio de las condiciones climáticas de su entorno. Logran a hacerlo respetando dos condiciones: en primer lugar deben poseer una capacidad de previsión sobre la base de estímulos externos en grado de irritar sus sensores; en segundo lugar, deben saber que el ambiente es dotado de una suficiente regularidad. Sin regularidad, ninguna previsión puede inducir acciones coronadas de niveles de éxitos indispensables para la supervivencia.

   Estos dos ejemplos simples muestran que animales y vegetales recurren a sistemas de comunicación entre sus cuerpos y el ambiente externo. Gracias a sistemas como estos, grupos de estímulos externos vienen traducidos en secuencias de señales que, a su vez, se propagan internamente en el vegetal o en el animal, generando acciones. Tenemos entonces que enfrentarnos con lenguajes, traducciones y comportamientos. Tenemos entonces que enfrentar una creencia muy popular: aquella que sostiene que animales y vegetales reaccionan a las variaciones ambientales en forma más o menos automáticas, dictadas por reglas colocadas en la parte puramente biológica de los organismos vivientes y extrañas a la cultura. En ambos reynos (vegetal y animal) - así se cree - los individuos responden en modo prefijado a variaciones de su entorno.

   Que se puede decir entonces de los individuos que señalamos bajo el nombre de Homo sapiens?. Una respuesta tradicional es proclamar que tal individuo tiene el privilegio de poseer cultura. Es decir, ante un estímulo, una persona no solo reaccionaría de acuerdo a las reacciones de sus órganos, sino también en función de su propia cultura, y esta sería la principal diferencia entre un caracol o un manzano y un humano. Así, la respuesta tradicional implica que la cultura hace diferentes a las personas. Por ejemplo, un ciclista, un experto en filología y un físico perciben de manera diferente cosas entre ellos diferentes cuando dan una ojeada a la imagen de ciertos dispositivos de laboratorio que relevan colisiones entre partículas elementales. De este modo la comunicación entre seres humanos tiene razonables márgenes de éxito siempre y cuando tales se apoyaseron en comunes sistemas de reglas lo suficientemente estables respecto a los cambios culturales.
                              

   Por otro lado, podemos facilmente estar de acuerdo en que unos versos de Alceo, el Partenon, las cartas de Seneca a Lucilio, un radiotelescopio, un manual de bioquímica y una cerámica de Picasso son objetos culturales, independientemente del hecho que algunos de ellos son productos manufacturados. Nadie podría sostener que un radiotelescopio, aún presentandose como dispositivo técnico y material, no desarrolle funciones intrínsecas de conceptualidad. De este modo, el uso de estos objetos culturales trasmite formas de conocimientos.

   La cultura asemeja al patrimonio biológico en el sentido que, en una como en la otra, existe una transferencia de información de un generación a otra. El genoma, se transmite por medio de la duplicación del DNA; la información cultural pasa de las células nerviosas del cerebro de un individuo a aquellas de otro. Esto ocurre en la transmisión de la cultura por un camino tradicional (con la observación y la conversación), o con los libros, las cintas magnéticas o otros dispositivos técnicos de la tecnología moderna.
  
   Cuando se discute las formas transitorias que existen en la evolución de la especie, uno hace siempre referencia a organismos del cual se hipotiza la existencia con el fin de justificar, por ejemplo, el pasaje de organismos adaptos a vivir en agua a nuevos organismos adaptos a vivir en tierra: las formas de transición son, por lo general, extinguidas, pero pueden a veces haber dejado huellas. Tales son definibles como no intencionales, en el sentido de que su aparición no es el resultado de un proyecto finalizado al conseguimiento de un objetivo prefijado: "la naturaleza no tiene deseos y no ha estudiado manuales de lógica".

   La selección natural actúa sobre lo que un individuo hace, y la aparición de un nuevo mutante no obedece a una lógica preconstitutiva y la conservación de su nuevo estado mutante depende  de lo que a posteriori haga el individuo mutado en términos de adaptamiento en su habitat. Una mutación no se establece debido a un contenido lógico: el establecimiento es el fruto más o menos casual de las acciones realizadas por el individuo mutante y podemos hablar de éxito o fracaso sólo cuando, al fin de cuentas, constatamos que algunos de sus rasgos y comportamientos encuentran el consenso de un número suficiente de otros individuos.

   Ahora, no preguntamos si se puede aplicar este último párrafo que atañe a la teoría de la evolución darwiniana a la historia de los descubrimientos que hizo Galileo Galilei con su telescopio.

   

by  

johnny llacu (físico-UNI/Pe)


Nenhum comentário: